La primavera se caracteriza por traernos un tiempo muy variable ya que estamos recibiendo cada vez más radiación solar, al tiempo que el aire frío se va retirando a latitudes más altas. En el proceso de transición todavía tenemos momentos en los que las pulsaciones de aire frío pueden llegar a latitudes más bajas de forma importante.
Si ampliamos la vista al final del pasado verano, seremos conscientes de la tremenda montaña rusa meteorológica en la que nos hemos metido. Siguiendo la tendencia de esta década, los patrones secos se alternan con los lluviosos sin que tengamos un término medio o por así decirlo, cambios estacionales progresivos.
Las pulsaciones de aire frío contundentes sobre latitudes medias no cesan y nuestro país va a volver a estar en primera fila para recibir nieve en cotas bajas y abundantes lluvias.
La dinámica atmosférica continúa siendo frenética en nuestras latitudes y toca nombrar una nueva borrasca por el alcance de sus vientos sobre tierra, que obligarán a activar avisos de nivel naranja por vientos, requisito indispensable para que desde los centros meteorológicos de España, Portugal o Francia se ponga nombre a una borrasca/ciclón.
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